martes, 10 de noviembre de 2009

Plan de excusas

Plan de excusas

"Mi estrategia es

que un día cualquiera

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

por fin me necesites".

Mario Benedetti.


Esa mañana de viernes iba tarde para mi lugar de trabajo, caminaba rumbo al paradero y tú ya estabas ahí. Yo estaba aún lejos, pero desde que te vi me encantaste. Decidí entonces, mientras caminaba, maquinar un plan: a pesar de saberla perfectamente, te iba a preguntar la hora que marcara tu reloj. Esto como excusa para preguntar tu nombre, como excusa para darte el mío, como excusa para preguntarte dónde trabajabas, como excusa para ofrecerte una invitación a almorzar o a tomar algo a la hora de tu salida, como excusa para decirte en esa cita que me encantabas, como excusa para robarte un beso, como excusa para llevarte esa misma noche a mi cama, como excusa para decirte entre sudores que me estaba enamorando de ti, como excusa para despertarme en la mañana abrazado a tu desnudo cuerpo, como excusa para despertarte a ti con un sabroso desayuno, como excusa para hacerte el amor todas las noches siguientes, como excusa para que en nueve meses tuviéramos un hijo juntos, como excusa para vivir juntos, como excusa para envejecer juntos, como excusa para morir juntos, como excusa para pasar el resto de la eternidad juntos.


Ése era mi plan perfecto. Lo tenía todo muy bien pensado mientras me acercaba a ti. Una vez a tu lado se hicieron inevitables y necesarias las palabras: “Disculpa, buenos días ¿Me podrías, por favor, decir qué horas son en tu reloj?”. Con un gesto amable me dijiste que no tenías reloj, tomaste un taxi rápidamente sin dejarme tiempo para hacer un plan B de último momento. Te despediste desde la ventana del automóvil con una sonrisa, dejándome con mi plan perfecto desparramado en el piso por un error que jamás preví.


Biofiloaeda

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