Un alma, una pluma, un verso... ¡catarsis!
lunes, 8 de abril de 2024
Prismamor
martes, 9 de mayo de 2023
Apágate, por favor, fueguito
En el pecho siento como un fueguito. Está encerrado en un corazón tan marchito que se convirtió en una cárcel de piedra. Se mueve y se golpea contra los muros de su prisión con todo su cuerpecito. Es un baile febril como su naturaleza y tan persistente que el pequeño corazón marchito parece a punto de ceder y dejar salir al fueguito. Pareciera que el fueguito va a estallar el corazón como una inmensa estrella en su último y abrasador aliento, o a abrir hoyos a puntillazos en sus pétreas paredes, o a hacerlo latir de nuevo con la fuerza de todo el amor universal reunido en un bolsillo pequeñito; todo depende de la energía del fueguito, que por momentos se intensifica, pero en otros parece tan agotada como si fuera a extinguirse, porque apenas se le escucha respirar forzoso y, con mucha concentración, se siente un diminuto calorcito. Pero cuando despierta, vuelve a su furioso baile, con el que clama por su libertad y que aquí adentro hace un ruido tan insoportable como imperceptible es afuera.
Puede que el fueguito sea una energía tan poderosa, cálida y llena de vitalidad como la que originó todo lo que existe o un dolor tan grande como el Universo mismo. No sé que sea, y prefiero no saberlo. Lo siento, fueguito, no saldrás en este momento; nunca, mejor dicho. Apágate, por favor, fueguito.
sábado, 24 de septiembre de 2022
El ruido de la hoja en blanco
La hoja es blanca, limpia, impoluta. Parece inocua, pero no lo es. La hoja quiere ser escrita, pero los dedos no encuentran las palabras y la hoja se pone violenta. Pide a gritos ser escrita, pero nada de lo que pongo combina con su blancura. La hoja blanca se siente fea con el vestido de letras, tildes, comas y puntos que intento ponerle. Los rechaza todos, se los arranca. Ayúdame, hoja querida. Hazlo más fácil, bendita hoja.
Esa rayita vertical que salta en medio de la hoja blanca parece su voz gritando y presionando en morse. “Rápido, poeta, que se hace tarde”, parece decir en sus saltitos que solo se detienen cuando escribes. Titila y titila. Salta y salta. Hace eco del reloj que ahora me mira. “Rápido, poeta, que se hace tarde”.
Tic, toc… tic, toc… pasan las horas y en blanco sigue la hoja. La rayita titila, pero aún no encuentro el vestido correcto. Nada sale. Nada gusta. Nada funciona. ¡Ayúdame, hoja en blanco! ¡Dime qué hacer!
Toctoctoctoctoctoc… ahora es mi pierna que se mueve incontrolable y se forma una sinfonía de desesperación, de estrés, de presión. Toctoctoc… tic toc, tic toc… titila y titila…. salta y salta… la hoja blanca… “¡Rápido, poeta, que se hace tarde!”.
¡Qué ruido hay en el silencio de esta habitación!
Un descanso, un descanso. Tal vez ayude un descanso…
… no sirve. ¿Por qué sigues haciendo ruido, hoja en blanco, si ya no te estoy viendo, si tengo los ojos cerrados, si la habitación está en silencio? ¿Por qué te sigues moviendo, pierna? ¿Por qué sigues gritando que el tiempo pasa, reloj? ¿Por qué esta presión en el pecho? Pam, pum, sístole. Pam, pum, diástole. ¡Ese es un doloroso ruido nuevo!
Vamos a intentar ponerle un nuevo vestido a la hoja en blanco para acabar con esto. Empecemos de nuevo…
Toctoctoctoc… tic, toc, tic, toc… titila, titila, salta, salta… pam, pum… pam, pum… hoja en blanco… “¡rápido, poeta!”. Ya nada se escucha en la habitación, todo está ocupado por el ruido que la hoja en blanco fabricó. Traaaaaaaaaaaaaaaak… ahora hay un nuevo ruido que se suma a la sinfonía, es mi cabeza gritando sin detenerse con el lenguaje del dolor. Pesa en la nuca, pesa en las sienes, pesa en el alma y se siente en todo el cuerpo. ¡Qué cansado estoy con todo este ruido! Pero, “¡poeta, se hace tarde!”.
Un nuevo intento por ponerle un vestido a la hoja en blanco que sí le guste. Toctoctictocpampumhojaenblancorápidopoetraaaaaaaaak… todo se mezcla, nada me deja pensar y todo el ruido se transforma en un ruido nuevo: ¡Aaaaaaaaaaaaaaah! Es mi propia voz. ¡Ahhhhh… uffffff! Es mi respiración.
La hoja en blanco no se llena, no se deja llenar, no se puede llenar… ¿alguna vez la he sabido llenar? ¡Maldita hoja en blanco! ¿Por qué no me puedes ayudar? tictoctoctocpamhojapumenpamblancotraaaakpoetarápidoahhhhufffffff…
¡Prrrr, prrrr! Ahora son los mocos… ¡ahhhufffffaaaah! Ahora es el llanto… ¡¿POR QUÉ PUTAS NO TE ESCRIBES SOLA, MALDITA HOJA EN BLANCO?!
Hojatictocentoctoctocblancopumpoetapamtardetraaaakahhhhuffffprrrahhhuffffahhhh… ¡crash! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Pum! ¡Crash! ¡Plosh! ¡Scrach! ¡Chack!…
¡Llamen a una ambulancia! Ese tipo se acaba de lanzar por la ventana con su computador.
lunes, 15 de agosto de 2022
Hasta siempre, viejo amigo
Era mi rostro,
pero no lo era.
Era lluvia, era líquido...
eran lágrimas.
Era el estruendo,
el ruido que no sonó.
Era yo, era mi alma.
Era la confesión
de la existencia
de ese otro yo
que me azota
y me mata.
Era la despedida,
que parece definitiva.
Era yo roto,
quebrándome.
jueves, 17 de septiembre de 2020
La química poética de tu sonrisa
Sonríes y eres Aurora Boreal:
Todos los colores,
Todos los brillos,
Toda la belleza posible
se posa entre tus labios.
Sonríes y eres eclipse:
Opacas al Sol
Y todo brilla
Con la fuerza
de tu hermoso corazón
Que lo da todo
Sin querer recompensas
Aunque el cansancio le pese
Incluso a tu sonrisa.
Sonríes y eres el cometa Halley:
Un espectáculo que pasa
Una vez cada cierto tiempo
Y que nadie se quiere perder
Por ser un mágico y único evento.
Sonríes y el lado oscuro de la Luna,
Después de tantos milenios,
Al fin se ilumina, con tal fulgor
Que en todos los exoplanetas
Los científicos enseñan en las escuelas
Que en nuestro sistema estelar
Hay tres estrellas.
Sonríes y los átomos enloquecen,
Las bombas dejan de estallar
Y la partícula de Dios
Sencillamente aparece.
Me podría quedar nombrando
Por el resto de mis días
Todas las maravillas
Que logra tu sonrisa
Porque, aunque solo la he visto una vez,
No necesité más para saber
Que tu sonrisa es toda la poesía,
Todos los versos,
Toda la música,
Toda la mágica fantasía
De este y todos los universos.
Y, aunque solo nombro
Una parte de tu todo,
Esa sinécdoque mágica
Única y tan maravillosa
Nos permite saber,
Sin resquicios de dudas,
Que toda tú
Eres poesía.
¿Ya ves por qué
Mis constantes intentos
por hacerte sonreír
Todos los días?
miércoles, 20 de febrero de 2019
Ciudad fantasma
no solo la habitación,
no solo la casa,
toda la ciudad entera,
toda ella va quedando desierta,
ya no quedan amigos,
ya no hay amores
ni encontrados ni perdidos,
pero los recuerdos quedan,
ellos nunca se van,
son fantasmas que llenan cada esquina
fraguando emboscadas de nostalgia,
recordándome las viejas alegrías
que se fueron para siempre,
que ya nunca volverán,
y ahora tengo miedo de caminar,
de encontrar a alguien
en esta soledad
que me acompañe otra vez
con sus alegrías fugaces
como estrellas que pasan corriendo
y no planean regresar,
porque todo acaba,
todo muere,
todo llueve,
todo se va
y solo quedan fantasmas
poblando la ciudad
Tejiendo y destejiendo versos
lento,
despacito,
casi imperceptible,
sin despedidas,
sin besos,
sin abrazos,
con recuerdos rotos
que se empiezan a borrar
y me dejaste vacío
en una isla desierta
que ya nadie quiere visitar.
Te espero,
como Penélope a Ulises
allá en la vieja Ítaca,
tejiendo y destejiendo versos
hasta que vuelva a ver tu sonrisa
y temiendo que te haya tragado el mar,
el Kraken, Escila, Caribdis,
o cualquier otro monstruo marino
que habita la ciudad
y no te deja regresar.
Solo un consejo, vida mía,
no comas loto
aunque parezca delicioso
y creas que es un fruto eterno,
lo último que quisieras probar,
porque te olvidarás de casa
del cariño y la compañía,
del cine y las canciones,
del vino y la alegría,
de los abrazos dados con el alma
de mí y todo lo que me queda por dar.
Si alguna vez pasas por casa
no olvides golpear a la puerta
para darme un abrazo
y quedarte solo un ratito más
antes de tu próxima partida,
ahí estaré yo, lo prometo,
tejiendo y destejiendo versos
desde ahora,
desde siempre,
por toda la eternidad.
Mientras espero tu regreso
armaré ovillos de versos
para que el gato de Schrödinger
pueda jugar el día entero
aunque la caja esté abierta
y ahora parezca muerto
sé que lo podemos resucitar
o, al menos, devolverlo
a su estado natural
vivo y muerto,
muerto y vivo,
todo al tiempo,
encerrado en su caja,
esperando conmigo,
tejiendo y destejiendo versos,
jugando con los ovillos,
desde ahora,
desde siempre,
por toda la eternidad.