sábado, 24 de septiembre de 2022

El ruido de la hoja en blanco

La hoja es blanca, limpia, impoluta. Parece inocua, pero no lo es. La hoja quiere ser escrita, pero los dedos no encuentran las palabras y la hoja se pone violenta. Pide a gritos ser escrita, pero nada de lo que pongo combina con su blancura. La hoja blanca se siente fea con el vestido de letras, tildes, comas y puntos que intento ponerle. Los rechaza todos, se los arranca. Ayúdame, hoja querida. Hazlo más fácil, bendita hoja.


Esa rayita vertical que salta en medio de la hoja blanca parece su voz gritando y presionando en morse. “Rápido, poeta, que se hace tarde”, parece decir en sus saltitos que solo se detienen cuando escribes. Titila y titila. Salta y salta. Hace eco del reloj que ahora me mira. “Rápido, poeta, que se hace tarde”.


Tic, toc… tic, toc… pasan las horas y en blanco sigue la hoja. La rayita titila, pero aún no encuentro el vestido correcto. Nada sale. Nada gusta. Nada funciona. ¡Ayúdame, hoja en blanco! ¡Dime qué hacer!


Toctoctoctoctoctoc… ahora es mi pierna que se mueve incontrolable y se forma una sinfonía de desesperación, de estrés, de presión. Toctoctoc… tic toc, tic toc… titila y titila…. salta y salta… la hoja blanca… “¡Rápido, poeta, que se hace tarde!”. 


¡Qué ruido hay en el silencio de esta habitación!


Un descanso, un descanso. Tal vez ayude un descanso…


… no sirve. ¿Por qué sigues haciendo ruido, hoja en blanco, si ya no te estoy viendo, si tengo los ojos cerrados, si la habitación está en silencio? ¿Por qué te sigues moviendo, pierna? ¿Por qué sigues gritando que el tiempo pasa, reloj? ¿Por qué esta presión en el pecho? Pam, pum, sístole. Pam, pum, diástole. ¡Ese es un doloroso ruido nuevo!


Vamos a intentar ponerle un nuevo vestido a la hoja en blanco para acabar con esto. Empecemos de nuevo…


Toctoctoctoc… tic, toc, tic, toc… titila, titila, salta, salta… pam, pum… pam, pum… hoja en blanco… “¡rápido, poeta!”. Ya nada se escucha en la habitación, todo está ocupado por el ruido que la hoja en blanco fabricó. Traaaaaaaaaaaaaaaak… ahora hay un nuevo ruido que se suma a la sinfonía, es mi cabeza gritando sin detenerse con el lenguaje del dolor. Pesa en la nuca, pesa en las sienes, pesa en el alma y se siente en todo el cuerpo. ¡Qué cansado estoy con todo este ruido! Pero, “¡poeta, se hace tarde!”.


Un nuevo intento por ponerle un vestido a la hoja en blanco que sí le guste. Toctoctictocpampumhojaenblancorápidopoetraaaaaaaaak… todo se mezcla, nada me deja pensar y todo el ruido se transforma en un ruido nuevo: ¡Aaaaaaaaaaaaaaah! Es mi propia voz. ¡Ahhhhh… uffffff! Es mi respiración. 


La hoja en blanco no se llena, no se deja llenar, no se puede llenar… ¿alguna vez la he sabido llenar? ¡Maldita hoja en blanco! ¿Por qué no me puedes ayudar? tictoctoctocpamhojapumenpamblancotraaaakpoetarápidoahhhhufffffff…


¡Prrrr, prrrr! Ahora son los mocos… ¡ahhhufffffaaaah! Ahora es el llanto… ¡¿POR QUÉ PUTAS NO TE ESCRIBES SOLA, MALDITA HOJA EN BLANCO?!


Hojatictocentoctoctocblancopumpoetapamtardetraaaakahhhhuffffprrrahhhuffffahhhh… ¡crash! ¡Ahhhhhhhhhhhhhh! ¡Pum! ¡Crash! ¡Plosh! ¡Scrach! ¡Chack!…


¡Llamen a una ambulancia! Ese tipo se acaba de lanzar por la ventana con su computador.