miércoles, 20 de febrero de 2019

Tejiendo y destejiendo versos

Te fuiste
lento,
despacito,
casi imperceptible,
sin despedidas,
sin besos,
sin abrazos,
con recuerdos rotos
que se empiezan a borrar
y me dejaste vacío
en una isla desierta
que ya nadie quiere visitar.

Te espero,
como Penélope a Ulises
allá en la vieja Ítaca,
tejiendo y destejiendo versos
hasta que vuelva a ver tu sonrisa
y temiendo que te haya tragado el mar,
el Kraken, Escila, Caribdis,
o cualquier otro monstruo marino
que habita la ciudad
y no te deja regresar.

Solo un consejo, vida mía,
no comas loto
aunque parezca delicioso
y creas que es un fruto eterno,
lo último que quisieras probar,
porque te olvidarás de casa
del cariño y la compañía,
del cine y las canciones,
del vino y la alegría,
de los abrazos dados con el alma
de mí y todo lo que me queda por dar.

Si alguna vez pasas por casa
no olvides golpear a la puerta
para darme un abrazo
y quedarte solo un ratito más
antes de tu próxima partida,
ahí estaré yo, lo prometo,
tejiendo y destejiendo versos
desde ahora,
desde siempre,
por toda la eternidad.

Mientras espero tu regreso
armaré ovillos de versos
para que el gato de Schrödinger
pueda jugar el día entero
aunque la caja esté abierta
y ahora parezca muerto
sé que lo podemos resucitar
o, al menos, devolverlo
a su estado natural
vivo y muerto,
muerto y vivo,
todo al tiempo,
encerrado en su caja,
esperando conmigo,
tejiendo y destejiendo versos,
jugando con los ovillos,
desde ahora,
desde siempre,
por toda la eternidad.

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