lunes, 22 de marzo de 2010

Nuevo génesis

Nuevo génesis


"Señor si tú me creyeras

cuando digo que no existes

seguro que sonreirías

flotando en tu nada triste"

Mario Benedetti


Dios leyó los versos y, luego de sonreír, soltó una sonora carcajada que se apagó en seco. Se dio cuenta de que, definitivamente, flotaba en una nada triste, aburrida, realmente muy solitaria. Pero también se dio cuenta de que le gustaban los versos, mucho más que la humanidad, a la que había abandonado hace mucho tiempo. Así que, de la nada, decidió crear un nuevo universo, algo más pequeño que éste, claro, para no complicarse la vida. Y luego creó un mundo habitable, algo más pequeño que éste, claro, para no complicarse la vida. Y en él ya no puso a ningún Adán ni a ninguna Eva, simplemente, recordando lo mucho que le había gustado la poesía anterior, lo pobló de poetas para que le escribieran versos, en vez de las aburridoras plegarias de los habitantes del otro planeta, de este planeta. En toda esta creación no se tardó ni siete días ni siete noches ni tampoco descansó. Al fin y al cabo Dios descansa todos los días. Al fin y al cabo para Dios no hay tiempo, no hay días, sólo una nada triste. Pero ya no era tan triste, tenía su nuevo planeta de poetas que lo entretenían.


Claro que la felicidad no le duró mucho. La sonrisa, la nueva sonrisa, se le apagó. Se dio cuenta de que todos los poetas dudaban de su existencia, la de Él. Se dio cuenta de que todos eran, al fin poetas, ateos o, al menos, en el mejor de los casos, escépticos. Y, leyendo cada verso que le escribían, todos, como plagiándose unos a otros, le daban los mismos versos, los mismo que había leído en principio. Y así, finalmente, Dios se dio cuenta de que no existía, que flotaba en su nada triste, que, si nadie creía en él, simplemente él no existía ni existiría jamás. Sólo sonreía amargamente, flotando en su nada triste.

Biofiloaeda

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