Me cuesta
Me cuesta creer
Me cuesta creer que ese corazón,
ese corazón que tanto amo,
ese corazón que me regalaste,
ese corazón que me debilita,
ese corazón que sentí tan suave,
ese corazón que vi tan tierno,
ese corazón que era liviano,
ese corazón que me llenaba el alma,
ese corazón que era mi lugar seguro,
me cuesta creer
que ese corazón hoy cause tanto dolor,
que ese corazón me haya olvidado
y cambiado por otro
tan fácil,
tan rápido.
Me cuesta
Me cuesta creer
que ese corazón
sea tan cruel,
sea tan indolente,
sea tan impaciente,
sea tan voluntarioso,
sea tan malgeniado,
sea tan inconsciente,
sea tan antipático,
sea tan despiadado.
Me cuesta creer
que todo lo que dijiste,
y ese brillo que vi en tus ojos
no fue amor,
sino un engaño,
una treta,
un juego,
una mentira
Me cuesta
me cuesta creer
que te fuiste del todo,
que no te desearé el feliz cumpleaños,
que te me fuiste entre los dedos,
que ya no te tendré en esta cama,
que solo viniste
a llenarme de amor,
a esforzarte por enamorarme,
para, conseguido el objetivo,
cuando estaba más enamorado,
más frágil,
más vulnerable,
decidir largarte.
Me cuesta
Me cuesta creer
que solo viniste a comprobar
que el seguro está puesto,
que el suplente sigue en su silla,
que la red de seguridad está lista,
que mi corazón todavía te ama
mucho más que el primer día.
Pero te perdono,
como toda la vida,
aunque te faltó tacto,
aunque te faltó memoria,
aunque te faltó empatía.
(Si estás leyendo, no enloquecí, tengo razón).
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